Inspirado por una recomendación de Molinos, y tras leer «La Gran Partida» en su imprescindible blog Pisando Charcos, he recordado una cita que capturé de un libro peculiar. Gracias Ana, por la recomendación.
La obra en cuestión es de Acisclo Fernandez Vallín (publicada en 1893) y repasa la cultura científica de la España del siglo XVI. Pinchando la imagen podéis acceder al documento digitalizado por la Universidad de Toronto. La cita empieza al final de la página 59 y prosigue en la 60.
Y dice así: «Cuando se recorren las naciones extranjeras, y especialmente Inglaterra, Italia y Francia, se encuentran á cada paso monumentos que nosotros miramos con triste envidia, en que se conmemoran hechos olvidados hoy y nombres de sabios que no figuran en la historia de los grandes progresos de la ciencia. Y, sin embargo, estos monumentos están inspirados en un sentimiento de justicia; son un digno premio á esfuerzos colosales, aunque no los coronase un gran resultado -que no se ha de rendir solo culto al dios Éxito- á inmensos sacrificios, á heroicas abnegaciones de hombres superiores que dieron su vida por una idea o por la realización de un proyecto.»
Recuerdo una anécdota de un amigo físico que me contaba la lectura de la tesis de un compañero. En las conclusiones: «Señores, en definitiva, por aquí no vayan». Su investigación no había dado el resultado «deseado», pero su aportación al conocimiento del mundo no dejó de ser importante: ahorrar el tránsito por caminos «muertos», con una metodología dada. Esa anécdota acrecentó en mí la sensación de grandeza de la ciencia, donde no hay fracasos, sólo resultados y aprendizajes y es tan necesaria cierta humildad. Claro que a nadie le dan un nobel por ahorrarnos caminos muertos. Pero la maestría, el conocimiento, son un asunto de trabajo, de método, no de apuntarse tantos. Y de constancia, como bien pudimos ver en el documental “Manual de misiones en cinco fases”, en su día colgado en nuestro blog.
Las palabras que Luisa Maria Lara dice en ese documental han sido para nosotros un referente:
«Para trabajar en un proyecto espacial yo creo que hay que comenzar con mucha paciencia. Con una capacidad de flexibilidad y de ser social; pero yo creo que lo fundamental es tener ilusión desde el principio hasta el final porque no es un proyecto de resultado inmediato. De hecho la Misión Rosseta se comenzó a gestar en el 1990 y han pasado 24, y ahora es cuando viene la parte divertida. O sea si uno pierde la energía en esos 24 años, cuando viene el momento del verdadero disfrute pues…»
Y si donde dice ciencia ponemos arte, o vida, pues eso…