Presentamos a nuestra colaboradora y amiga Ana Casares, AC TRAINING. Con esta pequeña entrevista queremos acercarles el perfil de una persona que bien podría considerase un ejemplo de actuación a la hora de compaginar los aspectos que conforman nuestras vidas (trabajo, familia, aficiones, tiempo, felicidad…) Todo ello de forma serena, consciente y sensata.
Mujer trabajadora, la referencia como deportista ya va incorporada a su nombre: campeona de España de Maratón, de Duatlón y de Triatlón de Invierno, 16 veces internacional con la selección española de Triatlón. 11 Maratones y 6 Ironman al máximo nivel. Galardonada por el Gobierno de Navarra como Mejor Deportista de 2009. Licenciada en Educación Física. Entrenadora superior de Atletismo y Triatlón. Entrenadora personal en AC TRAINING.
Ha escrito artículos publicados en revistas especializadas como Sport Training y Cross Country. Es autora del libro “Mamá triatleta”. Actualmente cursa 3º de Psicología.
Y con la perspectiva que le otorgan sus 44 años y la experiencia de ser madre/educadora de sus tres hijos entre tanta exigencia profesional, Ana nos ofrece la posibilidad de compartir su mundología, equilibrada entre la capacidad de sacrificio que requiere el deporte de alto nivel y su papel como madre; cuando para muchas mujeres, sobre todo deportistas, la maternidad supone un freno en el desarrollo de su actividad, a Ana le ha llenado de una energía especial y plenitud personal para alcanzar retos que nunca hubiera imaginado.
– Tu libro «Mamá triatleta», tus trabajos como conferenciante o formadora… ¿lo entiendes como una re-focalización de tu experiencia deportiva que «sirva» a los demás u oriente a personas en otros ámbitos de la vida? ¿Entiendes el deporte como metáfora?
El deporte me aporta energía y claridad de ideas al margen del bienestar y la buena forma física. Diría que forma parte de mi identidad. Es algo con lo que disfruto y me siento libre. De una u otra forma ha estado en mí desde pequeña y ha configurado mi forma de entender la vida. Es difícil que pase un día sin hacer alguna rutina de entrenamiento.
En este momento de mi vida, más tranquilo en lo deportivo, siento la necesidad de transmitir. Durante muchos años el foco ha estado en la competición. Ahora está en trasladar mis experiencias deportivas y vitales al día a día de las personas para ayudarles a sentirse bien y a crecer en el camino hacia sus objetivos.
El deporte desarrolla nuestras capacidades físicas pero también emocionales y genera un espíritu de superación ante la vida. Todo ello es transferible al día a día de las personas. En este sentido sí que se puede considerar como metáfora. Hay muchas similitudes entre situaciones deportivas y situaciones de vida.
– «Afán de superación», «esfuerzo y sacrificio», «voluntad de mejora»… no parece que sean expresiones o conceptos muy en boga en la sociedad actual… ¿crees realmente que hay otros valores o estímulos que puedan sustituir al éxito honesto o a la conciencia tranquila?

Cuando aportamos lo mejor de nosotros, superamos las dificultades que surgen, y logramos el éxito, surge una paz interior y sensación de conciencia tranquila que creo es insustituible.
Cuando alcanzamos el “éxito”, pero por dentro se nos revuelven las tripas, algo no marcha bien. Tal vez no hemos sido honestos o sinceros o aparezcan la trampa o el engaño. Esto genera malestar interior. Esto no es éxito verdadero.
Si educamos a un niño en el valor del esfuerzo, desarrollará un espíritu de superación, de querer mejorar, sobre todo en lo que les gusta, con lo que disfruta. Y ahí hemos de poner el foco.
Podemos ayudarles a definir desafíos o retos que puedan lograr por sí solos. Hay que darles autonomía adaptada a su edad y desarrollo. Conseguir el objetivo genera mucha confianza y fuerza para el siguiente. Estamos educando la actitud de superación desde la honestidad y el esfuerzo propio, sin tener que recurrir a picarescas o trampas.
La actitud de esfuerzo para un éxito honesto se convierte en un valor para la persona y le aporta serenidad y claridad en su vida.
– Muchas veces esperamos que nos motiven desde fuera, que «alguien» cree los escenarios adecuados para que afrontemos nuestros sueños o ilusiones propios ¿dónde crees que están las claves de la auto motivación?
Los ánimos de las personas que nos rodean y los premios que recibimos ayudan a nuestra motivación. Pero la clave está en las recompensas internas y autogeneradas que la propia actividad produce, porque nos gusta, porque disfrutamos con ella. Ahí está la motivación intrínseca o auto motivación.
Es hacer las cosas por el puro placer de hacerlas, por el interés que generan. Estimula el aprendizaje y la creatividad.
A partir de unos valores claros de vida (para qué hacemos las cosas), surgen sueños y objetivos que energizan la auto motivación. Volcar nuestra energía en ellos hace que el tiempo pase volando.
Las claves de la automotivación están en:
– Mantener cada día la curiosidad por aprender, jugar, tocar, descubrir cosas nuevas.
– Decidir hacer algo porque realmente me gusta no porque nos lo imponen.
Hay que volverse un poco niño.
También hay que conocer y creer en las propias competencias, valorar lo buenos que somos en nuestras tareas. Y querer avanzar ¡siempre!
Niveles elevados de motivación intrínseca o auto motivación facilitan los aprendizajes posteriores, y además reducen la ansiedad y el estrés.
– Siguiendo con la motivación… Ana, estás acostumbrada a definir objetivos e intentar superarlos: marcas, podiums, especialidades, etc. En el deporte de élite, la motivación extra está a la orden del día para convertirse en leitmotiv evolutivo o de progresión profesional y vital ¿cómo crees que puede perfilar el horizonte con entusiasmo un urbanita medio, entre un trabajo precario, la monotonía y acosado por hipotecas?
El deporte me ha llevado a marcar objetivos exigentes en la competición. Y los he tenido presentes en los entrenamientos. Pero siempre intento disfrutar, dar prioridad a mis sensaciones y experiencias por encima del resultado final.
Creo que esta es la clave para mantener la práctica deportiva mucho tiempo. Ahora corro, nado o pedaleo por el puro placer de hacerlo.
Me ha tocado superar días muy duros en competición, situaciones extremas que me han llevado al límite mi resistencia física y mental. Esto te hace valorar las cosas sencillas donde muchas veces está la clave de la felicidad: una comida caliente, poder descansar bien…, sentir el apoyo de los que me rodean. Mi motivación extra han sido estas pequeñas cosas del día a día.
Al urbanita medio acosado por las hipotecas y tal vez un poco estancado en el trabajo le diría que lo primero de todo se parase a pensar y decida si quiere cambiar. En el caso de una respuesta afirmativa hay que marcarse objetivos en lo personal, en lo laboral, etc. Y a partir de ahí ¡arrancar e ir a por ello!
A partir de conectar con uno mismo se generan sueños y objetivos alcanzables pero con un punto de desafío.
Tanto el super deportista, como el urbanita medio, la mujer trabajadora-madre-esposa, el ejecutivo estresado o cualquiera puede iniciar un camino de desarrollo de su automotivación que le hará crecer en diferentes ámbitos de su vida. El deporte puede ser un camino, pero no el único.
– Resiliencia: «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos»; ¿cómo podemos acercar éste término a nuestros hijos, a la gente más joven, a nuestros adolescentes, sin «agobiarles»?

Partimos de que el ser humano tiene una capacidad de adaptación brutal y es capaz de superar tremendas situaciones adversas. Si no lo creemos es difícil avanzar en la resiliencia.
De cara a trabajarlo con niños y jóvenes-adolescentes, pienso que la clave está en afrontar la situación con naturalidad y con la actitud positiva de buscar una solución. Todas las situaciones la tienen excepto la muerte.
En los niños, de forma espontánea florece este recurso. En los jóvenes y los adultos se va perdiendo esta naturalidad y se encogen tal vez más.
Cuando me han llegado momentos duros en el deporte o en la vida me ha servido de ejemplo visualizar situaciones parecidas que he logrado superar o pensar en personas que pueden estar aún peor que yo y siguen adelante. Puede ser otro recurso para trabajar: la visualización.
Os cuento una situación real que sucedió el día que mi madre falleció. Fue en 2009 tras padecer la ELA. Cuando mi hijo Carlos, que entonces tenía 7 años, se enteró de la noticia corrió a buscar el globo que su abuela le había comprado unos días antes. Lo lanzó al cielo, y me dijo: Es para la abuela Pili, mamá. Se lo lanzo al cielo. Carlos hizo algo positivo y alegre para sentirse bien ante aquella situación tan terrible.
Recuerdo muchas veces aquel día y siento la emoción con la misma intensidad. Fue un proceso terrible pero a día de hoy mi madre me sigue dando muchísima fuerza.
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